La diferencia entre el optimismo y el pesimismo es realmente muy simple. Es acerca de nuestra orientación hacia el mundo.
En un momento dado, elegimos dos opciones (sí, aunque no lo creas es tu elección): eliges una perspectiva de empoderamiento o una perspectiva de desempoderamiento. Elegimos ser víctimas o elegimos ser creadores. El truco está en darse cuenta cuando estamos cayendo en la perspectiva de la víctima.
Entonces, cómo nos salvamos a nosotros mismos?
Si te quejas, criticas, culpas, chismeas y comparas, puedes estar bastante seguro de que estás viviendo en Victimilandia, el lugar más infeliz de la Tierra.
Encuentra la salida al hacerte una simple pregunta: “¿Qué es lo que quiero?”
Mientras que la víctima siempre se centra en todas las cosas que están mal en su vida (y en la de todos los demás a su alrededor, pues en realidad es un reflejo de toda su angustia interior), el Creador pone en claro lo que quiere.
Entonces, ¿qué es lo que quieres?