Por Wayne Dyer.
Abraham Maslow pasó una buena parte de su vida adulta investigando y escribiendo sobre la idea de la auto-realización. Describió al pequeño porcentaje de personas que él llamó “autorrealizadoras” como las que viven en un extraordinario nivel de conciencia. Recuerdo vívidamente la afirmación del Dr. Maslow de que una de las más altas cualidades que los auto-realizadores poseen es la inclinación a ser independientes a las buenas opiniones de los demás.
Estoy profundamente atraído por esta idea de vivir extraordinariamente, independiente de la buena opinión de los demás, como hice hincapié en muchos de los libros y discos que he producido a partir de 1971. El Dr. Maslow falleció el 8 de junio de 1970, el mismo día en que recibí mi doctorado, y he sentido a menudo que de alguna manera mística me fue pasada la batuta.
Uno de los atributos más importantes del Dr. Maslow para vivir una vida de auto-realización es la auto-confianza. Cuando confías en ti mismo para decidir tu destino, no permites que externos te desalienten o influyan en ti. Tú tienes fe, y la fe se logra a través de una completa confianza y seguridad en el poder de la mente universal, de la que eres parte. Es el Dios realizado en ti el que puso los pensamientos y sentimientos en tu mente y cuerpo que representan a tu destino.
Una de las razones por las que soy capaz de escribir sobre el poder oculto de la manifestación enterrado profundamente dentro de cada uno de nosotros es que durante la infancia inconscientemente practicaba estas ideas, mientras estaba en el orfanato, y simplemente se volvieron una parte de lo que soy. A lo largo de mi vida he sido etiquetado como “testarudo”, “obsesivo”, e “inflexible” cuando se trata de que lo que tengo en mi imaginación lo pueda ver convertido en mi realidad física.
Con el fin de manifestar, debes asumir el sentimiento del deseo cumplido. Debes ser capaz de sentir en tu cuerpo mucho antes de que tus sentidos sean conscientes de ello. Tus imágenes internas y los sentimientos correspondientes que están conectados a tu visión pertenecen sólo a ti, y comienzas a tratar a este mundo interior de pensamientos y sentimientos como un territorio sagrado. Haces el cambio de creer a saber, y lo que absolutamente sabes no está teñido de dudas.
Con mi reciente diagnóstico de leucemia, he hecho precisamente lo que estoy escribiendo, de la misma manera que lo he hecho por toda mi vida, sobre mi propio destino y mi propio bienestar. Lo que sabemos con certeza es que hay un componente emocional en todas las enfermedades. Puedo ver mi elevado conteo de glóbulos blancos como un parte de mi cuerpo que emplea su inteligencia realizada por Dios para sanar cualquier daño que he causado, al participar en actividades psicológicamente traumáticas, sobre todo en mis relaciones con seres queridos.
Así que en lugar de maldecir la sabiduría innata de mi cuerpo, estoy en un estado de profunda gratitud por todo lo que ha venido a mi, incluyendo estos elevados recuentos de glóbulos sanguíneos. Cuanto más asumo el sentimiento de mis afirmaciones “Estoy bien, soy fuerte”, más parece que el universo me envía la información y las personas adecuadas para que me ayuden a vivir una vida de deseos cumplidos.