Hace tiempo les escribí sobre la carta de Bruce Lee y sobre el Cheque de Jim Carrey. Ambas son historias reales sobre personas que se propusieron una meta, la declararon al Universo y luego la cumplieron.
Justo hace un año, la columnista guatemalteca Rita María Roesch escribió en dos artículos la historia de Pelé sobre cómo siendo un niño se propuso ganar un Mundial de Futbol.
Les transcribo su primer artículo.
Una de las historias de éxito que más me ha impresionado es la que el mismo Pelé, Edson Arantes Do Nacimiento, relata de cómo decretó que él ganaría un mundial para su país cuando tenía apenas 9 años.
Se las cuento.
En 1950, se celebró la final del campeonato mundial de futbol en el Brasil. El juego se llevó a cabo el 16 de julio, en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro. El estadio había sido construído para acomodar a 220 mil espectadores y se estrenó para la final de ese campeonato. La final fue entre el Brasil y Uruguay. Brasil tendría solamente que empatar para ganar el Mundial. Esa mañana de julio, los brasileños se despertaron ansiosos y felices. La gente disfrutaba el juego de antemano, porque para ellos el partido ya estaba ganado.
En aquellos años todavía no había televisión. Los aficionados que no asistieron al estadio escucharon el partido por la radio. Al poco tiempo de haber principiado el juego, Brasil anotó un gol. La locura se apoderó del país. Sin embargo, los uruguayos, a los pocos minutos, metieron el suyo, pero no había problema, porque con el empate Brasil seguía ganando. Faltaban 11 minutos para que el partido finalizara, cuando los uruguayos anotaron un segundo gol. En ese instante, las 220 mil almas presentes en el estadio enmudecieron. Los brasileños no podían creerlo. El silencio fue sepulcral.
Para los brasileños fue terrible, porque no pudieron remontar el marcador.
A este funesto día de tragedia nacional le llamaron el Maracanazo. Hubo muertos por infarto y otras personas se suicidaron. Los brasileños estaban desconsolados. A raíz de ese partido fue que se cambió el uniforme blanco con cuello azul que usaban, porque simbolizó “mala suerte”, por el verde y amarillo que actualmente todos conocemos.
Pelé cuenta que él y su familia escucharon el partido por la radio. Al final del juego, el padre de Pelé lloró y se lamentó sumamente dolorido. Pelé recuerda haberse sentido consternado. Se le acercó a su papá para consolarlo y le dijo las siguientes 10 palabras mágicas: “Te prometo que voy a ganar un Mundial para ti”. El padre de Pelé le respondió: “Está bien, hijo”, sin creer que su hijo cumpliría esa promesa.
Ocho años más tarde, el campeonato mundial de futbol se llevó a cabo en Suecia. Brasil se enfrentó a Suecia en la final. Esta vez, Pelé integraba el equipo. Era un jovencito de 17 años. El partido terminó 5 goles para Brasil y 2 para Suecia. ¡Brasil se coronó campeón! De los cinco goles del equipo brasileño, dos goles fueron de Pelé. Su padre se enteró del triunfo hasta el día siguiente, porque no había cómo comunicarse tan fácilmente. Sin embargo, la alegría que sintió debe haber sido increíble. Su hijo había cumplido su promesa.
“¿Cómo es que Pelé habiendo sido tan niño y sin mayores recursos económicos logró semejante hazaña? ¿Cómo se le llama a la capacidad de soñar algo y poder lograrlo?”, preguntó el Clarinero. En 1950 no se conocían muchas técnicas que hoy en día utilizamos para enfocar la mente en un propósito y alcanzarlo. En cambio, ahora sí existen grandes avances que explican el poder que tiene una mente entrenada para visualizar el futuro y lograr objetivos que creemos que son imposibles pero logrables.
El próximo viernes me referiré a ese interesante tema.
Me parece fabuloso que los periódicos publiquen artículos positivos sobre el buen uso de la mente. En la continuación a este artículo, Rita María describe un sencillo método de visualizacion creativa.